Cómo el deporte cambió mi vida
En mi infancia todo empezó con el deporte, concretamente con el baloncesto. Aprendí qué es la disciplina, el juego, el trabajo en equipo, el respeto al prójimo, la amistad, el respeto por las reglas… Y también como no podía ser menos, aprendí a escuchar a mi cuerpo, a quererlo y cuidarlo.
Además el deporte desde muy pequeño me llevó a viajar mucho. Ya con 6 años empecé con “encuentros de mini basket», donde hacía intercambios de 3 o 4 días. Aquí experimenté muchas cosas bonitas y enriquecedoras, y construí la base para el hombre que soy y seré.
Los años pasaban y mi talento crecía como mi estatura. Así llegó la selección nacional juvenil, donde jugué dos mundiales, dos panamericanos y cuatro sudamericanos. De este modo arrancó mi corta y hermosa carrera como jugador de baloncesto profesional, participando en la selección nacional juvenil argentina hasta el año 2000 y jugando en equipos profesionales y semiprofesionales hasta 2016.
El baloncesto me dio la posibilidad en esos años tan movidos de aprender técnicas de visualización, respiración, meditación y concentración. Caerse y levantarse era algo común, como también lo eran las derrotas y las victorias. Mi resiliencia crecía cada día dentro del campo y también fuera de este; estaba madurando y mi intelecto buscaba nuevos desafíos.
El deporte también me regaló tiempo para profundizar en la nutrición (claramente buscando siempre el máximo rendimiento) y el conocimiento de mí mismo, así como la percepción de mi ser a 360°. Aquí cambió mi rumbo y comenzó mi etapa de estudio, necesitaba más respuestas a mi curiosidad innata.
Desde el inicio siempre quise ser osteópata. Mi experiencia deportiva me acercó a esta medicina manual y jamás le he quitado la mirada de encima. El resto de la historia como terapeuta se encuentra en mi currículum y en el trabajo que hago día a día para ayudar a las personas a vivir y tener una vida más plena.
Matías Chahab D.O. BI-D